viernes, 13 de marzo de 2009

Comiendo flores por la Sierra de la Almijara

(continuación de caminando con dos cavernícolas...) Nos encontramos con algo de nieve y esto me sube la moral, se me había acabado el agua y ahora por lo menos se que si pasamos la noche por aquí arriba por lo menos voy a poder beber agua, momentos después diviso un sendero a lo lejos y me alegro mucho más, aunque el grupo no parece estar muy entusiasmado, pero cuando uno se pierde en una montaña lo mejor que puede hacer es seguir un sendero, tarde o temprano pasará por un sitio habitado.
Así que después de dar vueltas sin mucho éxito seguimos el sendero que finalmente nos llevará, ya anocheciendo, ha Peña Escita, una especie de centro de turismo rural con un zoológico incorporado. El plan era hacer noche en una zona de picnic abierta al público pero ante el mal tiempo acordamos alquilar una cabaña, M. decide pasar la noche fuera con su toldo, no le gustan mucho las casas, "I can smell chemicals" afirma con seriedad.

Pasamos dos noches en Peña Escita debido al mal tiempo, y aunque sigue haciendo mal tiempo continuamos con la marcha, M. me enseña plantas silvestres comestibles y voy degustando su sabor durante el camino, empiezo a fijarme en plantas que antes me pasaban desapercibidas y descubro que hay bastante comida, sobre todo cuando desciendes en altura.
Estoy un poco asombrado en la forma de decidir hacia donde vamos, ya que no tenemos mapas detallados y ante un cruce de caminos mis compañeros deciden por tomar aquel que va en la dirección que marca la brújula, sin tener en cuenta que muchos caminos son de herradura y que a la vuelta de la esquina puede variar de dirección totalmente. Al final del día llegamos al fondo de un valle y tras cruzar un río llegamos a unos establos en los que nos quedamos a dormir tras hablar con el pastor que anda un poco mosca ya que le han robado unas ovejas hace dos noches.
Tras pasar una buena noche rodeados de pajas y de unas cuentas pulgas que pasan desapercibidas por el cansancio, continuamos la marcha y llegamos al pueblo de Otivar en el que nos ponemos las botas con aguacates y chirimoyas, eso sí, recogidos del suelo. Finalmente decido abandonar el grupo ya que no me gusta la forma de caminar por las montañas que tienen estos alemanes y el tiempo no esta para bromas, contemplo un águila ascender tras un fondo de nubarrones y me despido de la Sierra.

Acabo en Granada en un garito que se llama la Mona y el Boquerón viendo con un amigo la actuación del butanero y me recupero en las termas naturales de Alhama de Granada viendo las estrellas y la luna a través del vapor del agua, preparando ya el siguiente viaje.