miércoles, 11 de noviembre de 2009

Un sanador en la carretera

En Revelstoke me tope con un rastaman que s dirigia a The Kootneys y me dijo si me queria pasar por unas aguas termales(no comerciales)en medio del bosque, tras varias horas de dudas me parecio que podria ser un buen reconstituyente despues de atravesar casi toda Canada en autoestop; mas tarde se nos unio al grupo una autiestopista que venia de la costa Oeste (Originaria de Quebec) iba a Nelson para hacer algo de dinero tocando por las calles su bonita Guitarra.

Tras varias horas de espera, la Quebecua decidió separarse del grupo pensando que eramos un grupo demasiado numeroso para hacer autoestop. Aun recuerdo sus palabras cuando pasaba una furgoneta estilo hippy, la clasica wolswagwen camper amarilla reformada, "odio a esa gente" decía.

Al final conseguimos que parara un coche lleno de perros, iban babeando todo el rato, pero estábamos contentos, las aguas termales nos esperaban y al rastaman le brillaron los ojos al ver un billete de 100 dolares con el cual pagué un par de hamburguesas.

Lo que sucedió en medio del bosque no es momento para contarlo ahora, quizá forme parte de otra historia, pero ahora quería contar la historia del sanador que me recogió en su coche cuando hacia autoestop después de pasar dos días en el termalismo de los hombres libres. El hecho es que cuando empezamos a hablar surgió el tema del camino de Santiago, y me comento que el practicaba una forma de sanación basada en la sabiduría de los cruzados. Me llamo la atención, una simple coincidencia? o todavía estaba en el camino de Santiago, ya que la mayoría de mi viaje se dirigía hacia el Oeste.

Acepte una sesión de sanación, el hombre paró el coche y saco una silla y un cristal de cuarzo enorme, me dijo que cerrara los ojos y yo pensé : este es el momento en el que me pega con la piedra en la cabeza y me roba todo lo lo que llevo, Ja ja ja.
Al día siguiente llegue a Wymer el primer pueblo de The Kootneys en el que pase un tiempo y allí había en un letrero un fósil de una concha marina como la del camino de Santiago, era inmensa, imposible de pasar desapercibida, tres coincidencias quizás?